Capítulo 198
Capítulo 198
ATRACCIÓN PELIGROSA. CAPÍTULO 47. Una atracción peligrosa
Nahia sintió la tensión en la espalda de Aaron, pasó un poco de espuma tibia sobre ella y masajeó suavemente aquellos nudos de dolor. Él suspiró aliviado cuando la tensión muscular empezó a remitir. Nahia metió la mano en el agua tibia perfumada con lavanda y continuó el masaje, sintiendo cómo el calor penetraba en su piel.
Aaron permaneció inmóvil. Tenía ganas de girarse y besarla allí mismo, pero tenía miedo de moverse.
Sintió que sus manos se deslizaban por su espalda y que sus dedos trazaban un delicado dibujo sobre su piel. La calidez de su tacto le hizo estremecerse y sintió que su cuerpo se derretía por ella.
-¿Mejor? -la escuchó susurrar con suavidad y afirmó con la cabeza.
-Sí, mucho mejor.
Nahia siguió aquella tensión sobre sus hombros y luego sobre uno de sus pectorales. Aaron giró la cabeza y sus ojos se encontraron. Le sostuvo la mirada un momento y luego siguió con aquel masaje. NôvelDrama.Org © 2024.
Él cerró los ojos y dejó escapar un suave gemido mientras el dolor se escapaba de su cuerpo. La sensación era casi mágica y sintió que se relajaba.
-Ven, descansa -murmuró la muchacha mientras lo hacía recostarse en su pecho y lo escuchó suspirar con alivio. 1
Pasó todavía media hora antes de que la fiebre cediera, pero tal como habían pensado, solo era algo psicosomático, asociado al dolor.
-Creo que deberíamos salir de aquí -murmuró ella y muy a su pesar Aaron asintió.
Salieron de la tina y él trató de alcanzar las toallas en el estante del baño pero ella puso un dedo acusador frente a su nariz.
-¡Ni se te ocurra mover ese brazo, Robocop! -le advirtió y alcanzó ella misma una toalla.
Empezó por secar su cabello con suavidad, mientras los ojos de Aaron se quedaban fijos en la expresión concentrada de su rostro. Cuando bajó por su pecho de repente se detuvo, y tocó con curiosidad las partes del brazo que estaban pegadas a su piel, y que subían como pequeños tentáculos negros que se incrustaban alrededor de su hombro y un poco hacia su pecho.
Aaron contuvo el aliento, su toque era electrizante para él. Bajó los ojos y vio a Nahia mirándolo. Tenía los labios ligeramente entreabiertos y podía sentir la intensidad de su expresión. 2
-Es… impresionante -susurró Nahia sobrecogida y él negó.
-Solo es una máquina.
Nahia asintió despacio mientras seguía secándolo. Su tacto era ligero y suave, y las yemas de sus dedos le producían un hormigueo en todo el cuerpo. A medida que sus manos bajaban, sintió que se hacía más íntimo, más insoportable mientras él clavaba la vista en el techo para no caer.
El aire entre ellos estaba cargado de expectación.
-No me hagas esto, nena, por favor… -suplicó. No me hagas esto. 3
Nahia se detuvo respirando pesadamente, podía luchar contra su cabeza, contra su corazón y contra su cuerpo todo lo que quisiera, pero su corazón la había llevado de regreso allí, su cabeza le decía que no debía dejarlo solo y el resto de su cuerpo solo quería trepársele encima como lagartija en cerca.
-Esta es una mala idea… -pensó en voz alta y él asintió.
-Si lo es, sí lo es. Tienes que irte.
-No te puedes quedar solo… -susurró ella pasando saliva.
-Tampoco me puedo quedar contigo.
-Pero es que…
-¡Vete!
-¡Aaron!
-¡Vete maltit@ sea, porque lo único que puede hacerme feliz en este mundo es besarte, y si te quedas o tú acabas golpeándome o yo acabo haciendo cortocircuito! -le gritó él y ella ni corta perezosa lo pateó en una pantorrilla. 2
-¡Dije que es una mala idea, solo para dejar claro que los dos nos vamos a arrepentir después! -replicó ella en el mismo tono y él se quedó paralizado.
Ni siquiera lo estaba preguntando, ya lo daba por hecho.
-Si bueno… a un gustazo un trancazo -accedió él.
-¡Y esto es solo sexo! -sentenció Nahia. 1
-¡Va! ¡Sudor, ejercicio, un orgasmo y te vas! 3
-¿Uno solo?! -se escandalizó ella.
-¿¡Eh!? 1
-i¿Voy a estar toda la vida arrepintiéndome por un miserable orgasmo?! ¡Vas a tener que negociar mejor! 1 -OK, OK, ¡Tres!
-¡Cinco!
-¡Estoy medio muerto, va a ser un acto heroico si llego a tres! -replicó Aaron.
-¡Pues yo no me juego el orgullo por menos de cinco! -siseó ella. 4
Con un movimiento repentino, Aaron tiró de su ropa mojada y la abrazó. Sintió sus suaves curvas apretadas contra él y su corazón se aceleró. Sus bocas se encontraron, su lengua se hundió entre los labios de Nahia, que se abrieron para él, y Aaron la besó profundamente. 1
-Tú ganas… cinco… te los pago en cuotas. 7
Sus manos bajaron desde sus caderas hasta las nalgas de Nahia y ella se estremeció mientras Aaron la apretaba contra la pared. Deslizó una mano hacia su cuello, acariciando su piel con ternura y pasándole los dedos por el cabello.
Sus besos iban dejando un rastro de fuego entre sus dos cuerpos que aumentaba a medida que él la presionaba contra sí. Se separaron pero solo para tomar aliento, mirándose fijamente a los ojos sin decir nada. Ambos sabían lo que estaba por venir en ese momento.
Él deseaba abarcarla toda. Sus besos iban dejando un rastro de fuego entre sus dos cuerpos que aumentaba a medida que él la presionaba contra sí. Se separaron pero solo para coger aliento, mirándose fijamente a los ojos sin decir nada. Ambos sabían lo que estaba por venir en ese momento. Nahia enredó los brazos alrededor de su cuello, devolviéndole aquel beso lleno de urgencia y desesperación. Sus cuerpos se calentaron tanto que Aaron podía sentir su piel agitada por una descarga de adrenalina. Su lengua recorría su boca con ansia, mientras sus manos exploraban todas sus curvas.
Nahia volvía a estar sobrecogida por esas sensaciones que casi habían desaparecido de su memoria, pero cuando sintió aquella erección violenta contra su pelvis, no pudo evitar el gemido de ansiedad.
Solo era sexo, solo eso. O al menos quería creer fervientemente que así era para ella aunque sabía que para Aaron era muy diferente. 1
Sin embargo en aquel punto era imposible negarlo. Eran como dos polillas volando hacia la misma llama que las mataría, pero sin poder evitarlo. Siempre había sido así con ellos. Explosivo, complicado… imposible de evitar. Aaron Orlenko no era un hombre, era la atracción más peligrosa en la vida de Nahia King, pero antes no había podido escapar de ella, parecía una ilusión pretender que ahora podía hacerlo.
Antes de que se diera cuenta ya su ropa mojada estaba en un rincón y Aaron la levantaba contra su cuerpo, haciéndola cruzar las piernas alrededor de su cintura mientras se la llevaba a la habitación. Devoró su boca con desesperación y la sentó al borde de la cama.
Aaron gruñó mientras Nahia hundía su mano en su pelo, sujetándolo mientras su lengua danzaba entre sus dos bocas y luego bajaba, respirando entrecortadamente sobre su piel hasta que sus dientes se cerraron sobre uno de sus pequeños pezones.
–
Aaron… susurró ella en su oído y él alzó la cabeza para mirarla a los ojos.
-¿Si…?
-¿No te importa…?
-¿No me importa comerte a besos aunque sé que mañana me vas disparar con la escopeta de tu padre? -replicó él acariciando sus pechos-. Moriré feliz, nena.
Nahia gimió antes aquella boca cálida que se cerró sobre sus senos e hizo que se sintiera vulnerable de nuevo, como si no hubieran pasado ya dos años.
Sus manos acariciaron su piel y él la besó de nuevo en la boca, mientras jugaba entre sus piernas y un par de dedos suyos iban a colarse allí. Ella tembló cuando los sintió en su interior, con una delicadeza desesperante.
-Esto te gusta -susurró él y Nahia asintió, ronroneando de gusto mientras él la masturbaba despacio.
Podía sentir el agua y el sudor de los dos mezclándose y se mordió el labio cuando lo vio erguido entre sus piernas.
-Maldición -gruñó-. El infierno está sobrevalorado.
Lo vio sonreír, mientras sus dedos de metal le
levantaban una rodilla para subirla sobre su cadera pero en ese mismo instante lo detuvo-. ¡Protección! -le dijo y él arrugó el ceño.
-¿Quieres que me persigne o algo? 9
-¡Condones, Robocop!
-Pues de esos no tengo -murmuró él.
-¿Cómo que no tienes condones, Aaron!? -lo increpó ella.
-¡Pues no me acuesto con nadie! ¿Para qué carajo iba a tener condones!? -replicó él. 4
Por un momento se quedaron mirándose a los ojos, con la respiración convulsa y el deseo a flor de piel.
-¡Al diablo, píldora del día después! -siseó Nahia atrayéndolo para besarlo con necesidad mientras lo sentía deslizarse en su interior como una daga. 3
-Quiero esto -dijo él sosteniendo su cara para que lo mirara mientras la penetraba lentamente, hasta el fondo-. Y tú también lo quieres
-Si…
Nahia cerró y su cuerpo se arqueó sobre las sábanas y los cojines… perdida en aquella mentira de que solo sería sexo y nada más. 15